MALA TV - Por Anibal Teran
Personaje paradigmático ella. Una mujer que parece no querer aceptar el paso del tiempo y trata de mantener su condición de vedette, sigue aferrada al clisé sesentista, cuando irrumpía en nuestra tandas publicitarias sacudiendo el cabello y diciéndonos "shock" para vender ya no recuerdo que marca de shampoo. La compañera de desventuras de Olmedo y Porcel en las taquilleras comedias de aquel humor que resultaba tan audaz en su momento y que hoy se repite en las matinés de los canales retro. Ella. Una fina dama en el living, una tonta divertida en el sketch , efectiva herramienta de marketing a la vez que toda una próspera empresaria. Figura infaltable el jet set puntaesteño, tapa de revistas y protagonista de escándalos amorosos. Sinónimo de glamour, paradigma al fin, de la chatura cultural que abunda no solo en el zapping televisivo, sino en todo ese mundillo mediático.
Volvió y en el mismísimo primer programa me demostró que mi capacidad de asombro todavía daba para más. Perdonen aquellos que la ven como una agradable figura del mundo del espectáculo, que disfrutan de su presencia a veces dulce, tierna y hasta ingenua. Sé que hay quienes la ven como un buen antídoto contra la soledad, o que realmente se divierten con su programa. No quiero ofenderlos, solo acaso invitarlos a pensar en una sola escena, que para mi, fue impactante.
Sucedió que en la colorida, vertiginosa y extremadamente elaborada presentación del programa, en medio de luces destellantes y sonidos envolventes, aparece una foto de ella cuando niña con un vestidito modesto y el pelito cortado a la usanza de la época, y de inmediato entra en escena una pequeña actriz con un aspecto deliberadamente igual al de la niña de la foto, representando obviamente un momento de la niñez de la gran diva. Con toda la atención puesta en ella, la joven intérprete del personaje, expresa en tono muy teatral sus ilusiones de algún día "tener muchos vestidos, lucir zapatos de taco alto, una hermosa cabellera" y que le saquen "muchas fotos". Acto seguido, aparece la diva y le asegura a la niña que sus sueños se harán realidad en medio de aplausos y gritos acompañados de música tipo revista porteña.
Ver y escuchar aquello me dejó muy mal. Pensé: ¿Qué será de nuestra sociedad inspirada en este modelo? Si los sueños de las niñas giran en torno a vestidos, zapatos, fotos y abundantes cabelleras: ¿Para que están dotadas de cerebro y para qué nos preocupamos por su educación y desarrollo intelectual? ¿Cómo se sentirán las niñas que sueñan con involucrarse en proyectos altruistas para sentirse verdaderamente útiles y valiosas en espacios como la ciencia y el arte, y que no quieren ser simples objetos o productos televisivos?
Me enojé, lo confieso, no con ella, aunque tiene su cuota parte de responsabilidad. Me indigné con el sistema que da tan mal uso a un medio tan poderoso como la TV. Estos mensajes mediáticos que pueden parecer inofensivos, creo que no lo son, creo, y me disculpan de nuevo los que no lo ven así, que la sociedad necesita promocionar otros paradigmas. Mala cosecha habrá si se sigue sembrando esta semilla de frivolidad para que alguien se crea que es bueno soñar con cuestiones estéticas y accesorias. Mucho más productivo es sembrar sueños de superación en los campos del saber, la investigación, el buscar formas de hacer de la vida en este mundo algo más digno por lo que la gente es por dentro sin dar tanta importancia a las apariencias y si a los contenidos.
Insisto a quienes admiran a la persona que inspiró este artículo, que no he querido faltarles el respeto. Disculpen, la cosa no es con Uds., tal vez pretendo ir contra los molinos de viento como el Quijote. No sé si seré bien interpretado, quizá quede como un desubicado que le da demasiada importancia a una pequeñez. Como un "estrecho de mente" que no entiende como funciona este mundo y que tiene que comprender que por algo las cosas son como son.
O no. Tal vez estos párrafos sirvan de algo, al menos para marcar un acto de resistencia. Aunque no sean más que una piedrita tirada en respuesta a una lluvia de misiles, puede que valgan como gesto indicativo de que hay gente que no va a entregarse sin pelear. Cultura contra desertificación mental: a mi me queda claro que esa es la confrontación cada vez que veo un producto como éste, representativo de lo que yo llamo, mala Tv.
Aníbal Terán Castromán
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maria jose 07/05/2010 18:52