México; ¿El Halconazo?, Que Nunca se Olvide el 10 de Junio de 1971
Al cumplirse 38 años del genocidio del 10 de junio, la matanza de estudiantes que fue ejecutada desde las más altas esferas del aparato gubernamental mexicano, sigue esperando justicia en un país sumido en una profunda crisis económica, política y social, gobernado por un mandatario ilegítimo e incapaz que ha colocado a la nación al borde de estallidos sociales de impredecibles consecuencias.
Que nunca se olvide que Eduardo Angel Elizondo Lozano siendo gobernador del estado de Nuevo León, promulgó una Ley Orgánica para la Universidad Autónoma de Nuevo León, que fue ampliamente rechazada por los estudiantes y maestros de la UANL, por ser lesiva para los intereses del pueblo y porque en los hechos privatizaba la educación superior, poniendo en los puestos de dirección administrativa universitaria a personajes de la Iniciativa Privada, Militares, dirigentes charros del PRI y la CTM, payasos, ventrílocuos y miembros de la farándula, pero sin participar personas ligadas a la educación, ciencia y cultura, muy parecido a lo que hace Calderón hoy en nuestro país.
Esa tarde del Jueves de Corpus -10 de junio de 1971-, en que el movimiento estudiantil, aún sacudido por la masacre del 2 de octubre de 1968, pretendía tomar nuevamente las calles de la capital de la República enarbolando demandas de carácter democrático y en solidaridad con jóvenes del Estado de Nuevo León que rechazaban la Ley Elizondo, el asesino Luis Echeverría Álvarez, ya instalado como presidente de la república y con la experiencia represiva del 68, armó y entrenó a un grupo de paramilitares conocido como “los halcones” y decidió nuevamente cortar de tajo, cualquier movimiento opositor independiente.
El ataque se perpetró cuando la columna de estudiantes, maestros y pueblo en general había partido de las instalaciones del IPN en el Casco de Santo Tomás y marchaba por Av. de los Maestros. Justo antes de tomar Av. San Cosme, cuando los contingentes pasaban frente a la Normal Nacional de Maestros fueron interceptados por los grupos de paramilitares adiestrados en artes marciales quienes atacaron con kendos, chacos y pistolas; al mismo tiempo francotiradores que se encontraban apostados con armas largas en las azoteas de los edificios abrieron fuego sobre la multitud. En segundos todo se convirtió en un caos. El saldo fue de decenas de jóvenes asesinados.
A las víctimas de la represión de los gobiernos priístas que gozan de total impunidad respecto a los delitos de lesa humanidad llevados a cabo el 2 de octubre de 1968, el 10 de junio de 1971 y los cometidos durante la llamada guerra sucia, habrá que agregar las víctimas de las matanzas de Acteal en Chiapas y Aguas Blancas en Guerrero, y la represión cometida por los llamados gobiernos panistas del “cambio”, donde la complicidad de las más altas esferas del gobierno federal quedan de manifiesto al gozar actualmente de impunidad los responsables intelectuales y materiales de los actos represivos de Atenco y Oaxaca en el 2006, sin olvidar las ejecuciones extrajudiciales y decenas de personas detenidas y desaparecidas en los últimos años.
La estrategia del gobierno calderonista que hace énfasis en utilizar medidas policiaco-militares, tiene un saldo de cientos de personas ejecutadas y decenas de desaparecidos. Algunas de las víctimas durante estos nueve años y medio de administraciones panistas, son las desapariciones forzadas de los eperristas Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Cruz Sánchez; así como los muchos asesinatos y desapariciones de defensores de derechos humanos y luchadores sociales como es el caso de los más recientes asesinatos de Alberta Cariño y el observador internacional periodista Tyri Antero Jaakkola, Sin olvidar los encarcelados del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de Atenco, Nacho del Valle, Felipe Alvarez y Héctor Galindo, los de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca y los del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional; así como el sistemático hostigamiento y persecución a la protesta social en toda la República.
Para los asesinos ¡ni perdón, ni olvido!
Tomado de machetearte
Imagen que desnuda el ataque con armas de fuego contra jovenes que participaban en una marcha Foto: archivo de Paco Ignacio Taibo II

