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El polvorín

Un grano de maiz

2 Mayo 2011 , Escrito por El polvorín Etiquetado en #Politica

 

1.5.11

un grano de maiz

TRABAJO COLECTIVO VOLUNTARIO: CONSTRUCTOR DE SOCIALISMO (Domingo 01-05-2011)
El gran enigma de la intención revolucionaria es cómo sustituir la espiritualidad, la cultura capitalista, por la cultura, la espiritualidad Socialista. Sabemos que la ideología de la Clase Obrera será la columna de la nueva sociedad, pero ¿cómo hacerla hegemónica? ¿Cuál es el mecanismo que la conduce de las catacumbas al predominio social? Veamos.


La ideología burguesa se impuso sobre la humanidad por ser un reacomodo que permitió disimular la explotación con la ilusión de igualdad, de fraternidad, creando así la fantasía de la posibilidad de incorporación de toda la sociedad a los privilegios que antes pertenecían sólo a las altas élites monárquicas.

La burguesía socializó los valores éticos que la soportan, les dio carácter social, natural. Toda la sociedad los adoptó, todas las clases sociales los hicieron suyos.


Ahora bien ¿cuáles serán los mecanismos hegemonizadores de la ideología proletaria? ¿Cuáles la harán hegemónica y la transformarán en la ideología de las grandes mayorías? Analicemos.


Los clásicos postulan que “la existencia determina la conciencia”. Pero esta relación no se establece de manera mecánica, o espontánea. Por eso es necesaria la existencia de núcleos que, desde el trabajo para la sociedad, irradien ejemplo de conducta al resto y la impregnen de los valores revolucionarios. De esta manera la ideología de la clase obrera dirige, se hace hegemónica.


La construcción de la hegemonía no está en la supremacía numérica de la clase obrera, pensar así nos condenaría a no hacer la Revolución. La Respuesta está en construir focos con la relación esencial de la existencia proletaria, esto es, del trabajo para la sociedad y, a partir de esas zonas, irradiar la Conciencia revolucionaria. Esos núcleos hoy son los Territorios de Trabajo Colectivo Voluntario.


Con el trabajo voluntario trabajamos para la sociedad toda, reproducimos la existencia de la sociedad socialista, creamos la base material, y simultáneamente la entrelazamos con la Conciencia del Deber Social. De esa manera se construirá la hegemonía de la ideología proletaria, es decir, socializaremos los valores revolucionarios.


Sólo así el hombre se reencuentra con el fruto de su trabajo, el producto no le es extraño, su esfuerzo tiene sentido, le pertenece en cuanto miembro de la sociedad, no puede ser apropiado por un capitalista.


Así, a cada uno le pertenece el trabajo de todos los demás miembros de la sociedad, el trabajo, su fruto, al hacerse social, pertenece también a cada individuo en tanto miembro de la sociedad.


Sólo de esta manera se puede superar la fragmentación capitalista. Comienza el camino de la sanación de la sociedad y la toma del cielo por asalto. Se establecen las condiciones materiales y espirituales para avanzar en la liberación del trabajo, hacia el Socialismo.


Se establecen así las relaciones con el trabajo que serán propias del futuro. Los contingentes de trabajadores voluntarios prefiguran con su sudor y su esfuerzo a la sociedad del futuro, laboran sin la compulsión de la sobrevivencia, trabajan, y haciéndolo se realizan, se construyen Hombres Nuevos.


¡Con Chávez resteaos!


¡Sin trabajo voluntario, imposible el Socialismo!

30.4.11

DESCONFIAD DE KERENSKY (Sábado 30-04-2011)
Cuenta Gramsci que: “inmediatamente después de estallar la Revolución, y antes de salir para Rusia, Lenin había mandado este aviso: “desconfiad de Kerenski”.


Pocas veces en toda la historia revolucionaria una estrategia, un pensamiento, una enseñanza política se ha condensado en tan pocas palabras, en tan escueto mensaje.

Lenin sabía que después de derrotada la monarquía del Zar se abría un período revolucionario, donde el principal enemigo del avance sería el reformismo. Y en aquella situación de extremo riesgo, cuando se disponía a entrar en el “Tren Blindado” que atravesando a la hostil Alemania y el frente de guerra, lo llevaría al centro de la batalla revolucionaria, él envió como testamento y postrera instrucción, una suerte de epitafio que significa: desconfiad de kerenski, de los reformistas, ellos son el principal enemigo de toda Revolución…

La historia le dio la razón, no sólo en Rusia donde la Revolución se concretó luchando contra la alianza de reformistas y capitalistas internacionales, sino en toda Revolución que desde ese día se ha intentado en el planeta.


Es así, siempre que la posibilidad revolucionaria surge aparece el reformismo restaurador morigerando las aguas, llamando a la calma, frenando, distrayendo el ímpetu, “no hay condiciones” dicen. “El capitalismo no sirve pero debe ser superado poco a poco”, proclaman. Los más audaces meten miedo y alertan, “sin los capitalistas no hay producción.”


El fenómeno es comprensible. Veamos.


Una Revolución es un salto, un cambio de tal magnitud que aterra. Contra él conspiran las costumbres, los valores, la psiquis profunda, allí donde está anclada la vieja visión del mundo. En la hora definitiva cuando el cambio toca a la puerta, cuando la sociedad se encuentra en la posibilidad del vuelo alto, entonces aparecen las voces que vienen desde la caverna de siglos, milenios de oprobio, y nos susurran retroceder, a volver a lo conocido, a la tranquilidad de lo conquistado, a las cadenas, ahora un poco más relucientes.


Pero el hombre es un animal más curioso que sensato, más audaz que mesurado, más altruista que egoísta, más humano que animal. Y son esas cualidades las que permitió que conquistara mares en cáscaras de nueces o que subiera montañas con el único aliciente de ver el horizonte lejano. Son esas características las que le permitieron a Bolívar cruzar los Andes, a Fidel asaltar el Moncada, a Chávez intentar tomar el cielo por asalto, a Fabricio dejar el curul, a Américo Silva dejar la familia para ir a favorecer a la humanidad toda, a Martí cargar en Dos Ríos, al Che morir en La Higuera con la dignidad con la que vivió, y a los Cinco Cubanos secuestrados por el imperio, resistirlo todo para demostrarnos que el hombre nuevo existe… El hombre capaz de vencerse a sí mismo.


Esa cualidad del humano será la que nos permita ir por sobre las consejas que brotan de las cadenas mentales, y ensayar el salto audaz que funda mundos y justifica la lucha… Lenin, tenía razón.


¡Con Chávez Resteaos!

29.4.11

CUBA: CONCIENCIA Y PROPIEDAD (Viernes 29-04-2011)
Los cambios aprobados en el Congreso del Partido Comunista de Cuba produjeron lluvia de opiniones: la derecha hace fiesta y decreta nuevamente el fin del Socialismo, los renegados se alivian, el reformismo interno los desfigura para apoyar sus posiciones restauradoras. Los revolucionarios debemos estudiarlas con atención, de ellas se desprende valioso aprendizaje. Veamos.

Quizá la más importante enseñanza, es que cada Revolución es su propio modelo, no se puede copiar. Pero hay características que son universales, que se hacen leyes, éstas deben ser tomadas en cuenta, siempre ser adecuadas a cada tiempo y lugar.

Debemos estudiar cada Revolución con una perspectiva histórica, de esa manera podremos extraer de ellas las enseñanzas universales indispensables para el avance de nuestro proceso. Estudiemos.

La Revolución Cubana representó, como dijo el Che, un rompimiento con los dogmas etapistas que imponía la Internacional, que recetaban alianzas con las burguesías nacionales. Estos dogmas encadenaron las posibilidades liberadoras del continente.

La Revolución Cubana es una insurgencia audaz en contra de las oligarquías. Además, rompió con las excusas que siempre los reformistas arguyen para desestimar la posibilidad revolucionaria. En el caso de Cuba argumentaban el pesimismo geográfico, decían: “a noventa millas del imperio no hay chance para una Revolución.”

Fue un acontecimiento guiado por la audacia teórica y práctica. Y aquí surge un hecho interesante: si muchas de las ideas con las que hoy los “revolucionarios” juzgan a la Revolución Cubana se hubiesen impuesto en los días del Moncada, batista aún estuviera mandando en Cuba.

La Revolución Cubana ha conseguido vencer grandes obstáculos, atravesado situaciones adversas de tal magnitud que autorizan a calificarla de milagro. Hoy los pronósticos agoreros abundan, y con seguridad se estrellarán, una vez más, contra la formidable fortaleza moral que allí se ha construido.

Todos, revolucionarios y reaccionarios, se preguntan: ¿Dónde reside la fortaleza de la Revolución Cubana? ¿Qué le ha permitido superar bloqueos, caídas del campo socialista, proximidad del imperio, aislamiento continental?…

La Revolución Cubana se apoya en un avance extraordinario de la teoría revolucionaria, ella redescubrió y llevó a la práctica el concepto de que la Revolución debe sostenerse sobre un binomio armónico formado por la materialidad y por la espiritualidad, y que es lo espiritual lo determinante, predomina sobre lo material.

Es así que toda la historia de ese proceso es la historia de la elevación de la Conciencia del Deber Social, del sentido de pertenencia a la humanidad, de que patria es humanidad. Ese sentimiento es la clave para explicar la permanencia de la Revolución.

Los cambios que allá ocurren podríamos llamarlos de muchas maneras, pero lo más apropiado es llamarlos Formas de Resistencia frente a la crisis mundial, al bloqueo y al aislamiento de aquel pueblo. Son requiebres tácticos, que preservan la estrategia, la esencia socialista.

Los altos niveles de conciencia necesarios para hacer una Revolución es la principal enseñanza universal de Cuba. Sería un error grave sacrificar la formación de conciencia, claudicar en las seducciones de la restauración.

¡Con Chávez resteaos!
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