Uruguay: Forjando la Memoria: MUJER Y RESISTENCIA
EN EL DÍA INTERNAIONAL DE LA MUJER, RECORDAMOS ALGUNAS DE LAS MUJERES DE LA RESISTENCIA.
La historia, es la memoria de la vida de los pueblos y de nuestras propias vidas.
La memoria ayuda a iluminar el presente y a generar futuro.
Ambas, se construyen con el tiempo, entre luces y sombras, entre dolor y resistencia.
Con la dictadura se instauró un ambiente de inseguridad y represión que resultó agobiante, pero no hubo un solo lugar en el país donde las manos de las mujeres no se entrelazaran.
Hoy, con sus rostros surcados por las arrugas de un viejo dolor jamás mitigado y sus andares quizá más lentos pero nunca vacilantes, muchos de aquellos sueños siguen latiendo en ellas.
Mujeres diferentes, sensibilidades diferentes, ideologías diferentes, diferentes ritmos, diferentes experiencias, pero en todas ellas hay algo en común: todas llevan con coraje y dignidad las huellas profundas que marcaron sus vidas.
Es necesario rescatar la historia de las mujeres de esa generación, vale la pena saber cómo vivieron por aquellos años: en la prisión, en la ciudad y en el interior.
La dictadura pretendió la desarticulación de las organizaciones revolucionarias, es sindicalismo, las ligas agrarias, el movimiento estudiantil y numerosos movimientos populares. No hay duda que la dictadura fue derrotada pero dejó una huella profunda en las nuevas generaciones y la sociedad por lo tanto sufrió fracturas que aún son difíciles de superar.
Muchas fueron las mujeres solidarias que resistieron compartiendo la lucha desde sus lugares, desarrollando campañas y reclamando ante los organismos de Derechos Humanos, organismos internacionales como la ONU, la OEA, el Parlamento Europeo, ante iglesias y gobiernos, denunciando las atrocidades cometidas por la dictadura cívico militar uruguaya, impuesta el 27 de junio de 1973.
La resistencia comprendió en forma paralela y perseverante desde reacciones espontáneas y de expresión individual, hasta las formas colectivas y organizadas de lucha clandestina. Estuvo presente en la intimidad de las familias, en los gestos solidarios de los vecinos, creó nuevos lenguajes verbales y gestuales, estimuló la ironía y la imaginación popular y hasta impuso una nueva forma de entonar el Himno Nacional.
Así se desarrolló la resistencia democrática y la defensa de las libertades y los derechos humanos.
El período dictatorial significó para las mujeres trabajadoras el quiebre de las conquistas que habían conseguido en sus luchas obreras y populares, así que la mujer trabajadora se vio muchas veces enfrentada al hambre, a la persecución, a los bajos salarios y a la miseria.
Se desarrolló en el plano político, social, cultural, sindical y estudiantil. Se expresó en diversas formas de comunicación: pintadas callejeras, boletines artesanales, canciones prohibidas siempre cantadas, libros censurados que pasaban de mano en mano o en acciones informales como las caceroleadas, los apagones y las ollas populares.
Las mujeres lucharon y resistieron para poder mantener su hogar mientras buscaban a sus esposos desaparecidos o llevaban los paquetes a sus familiares con muchas dificultades. Algunas supieron criar a sus hijos bajo el terror para que fueran libres, otras, no los pudieron ver durante años y sufrían el dolor del exilio o la clandestinidad.
Aún en los lugares más duros, como las cárceles, las mujeres desafiaban y resistían con dignidad, coraje, amor e incluso, porqué no, en algunos casos con alegría, ya que tuvieron que fortalecerse desde todos los aspectos: cantando, hablando, y reclamando aunque las castigaran. Más adelante en el Penal de Punta de Rieles comienzan a surgir los mecanismos de contra-terror, como talleres, murgas o pequeñas obras de teatro, para poder estar mejor y seguir resistiendo.
“En la cárcel se lucha, ¿cómo habré de contarles esta cárcel?”… se preguntaba a si mismo un poema anónimo que sorteó las vallas del campo de concentración de Punta de Rieles.
Parte de esa pregunta podría dejar de ser tal, señalando, apuntando, a los vejámenes de todo tipo, muertes, violaciones sistemáticas a los más elementales Derechos Humanos, manipulación médica y psíquica, arbitrariedades de todo tenor, que poblaron el alambrado recinto. Tal vez, una parte, pueda ser contada rescatando el espíritu ejemplarizante de la lucha colectiva, sin nombres ni apellidos, anónima como la pegunta misma. Donde cada una era parte de todas y cada una era el resultado de muchas sumas
Esto muestra cuánto pudieron las mujeres resistir en medio de la destrucción y de la opresión.
Durante el terrorismo de Estado murieron muchas compañeras por negligencia médica, otras fueron empujadas con saña hacia la locura o el suicidio, otras permanecen desaparecidas y otra asesinadas impunemente o murieron durante la tortura.
La mayor pérdida no se puede dejar de nombrar sin sentir escalofríos: la ausencia de una generación de mujeres y hombres revolucionarios y generosos, dispuestos a cambiar el mundo y empeñados en la creación de una nueva sociedad y un nuevo hombre. Pero “ellos” jamás imaginaron la posibilidad de “la nueva mujer”.
Escuchar a los asesinos del Estado o sus colaboradores justificar las atrocidades de que fueron autores, y contrastarlas con los dramáticos testimonios de las víctimas, es muy duro, pero arroja el conocimiento de una realidad atroz que muchas veces sobrepasa los límites del entendimiento y sienta las bases para intentar una valoración de actitudes y conductas de quienes se encargaron de diseñar, articular o ejecutar metódicos planes para castigar cruelmente y sin piedad a las mujeres.
Asomarse a la mentalidad de ellos significa descender a las profundidades del ser humano.
URUGUAYAS MUERTAS O DESAPARECIDAS
Susana Pintos, asesinada cuando auxiliaba a un compañero mientras mostraba una bandera blanca.
Ivette Jiménez de Martirena, fusilada en su casa en 1972.
Norma Pagliario Varo, muerta en un enfrentamiento en 1972.
Blanca Castagnetto da Rosa, la matan las FF.CC cuando trata de huir a campo traviesa, 1972.
Beatriz Cecilia Giamarelli Ávila, muerta en un operativo de las FF.CC en 1972.
Virginia Oliveri de Vázquez, asesinada por las FF.CC al resistir el arresto. 1972.
Nelsa Zulema Gadea Galán, fue sacada de un centro de detención en Chile con destino desconocido. 1973.
Diana Maidanic, Laura Raggio y Silvia Reyes, las asesinan mientras dormían en la casa de Silvia, buscaban a su esposo, estaban desarmadas. 1974.
Nybia Sabalsagaray, murió en menos de 24 horas bajo torturas. 1974.
María de los Ángeles Corbo de Brum, es acribillada a balazos en las proximidades de Soca (Canelones) 1974.
Graciela Marta Estefanel, acribillada a balazos en Soca, Canelones. 1974
Mirtha Hernándes de García, trasladada de Argentina y ejecutada en Soca igual que las anteriores. Diez años después su familia da con el paradero de su hijo Amaral.
Amelia Lavagna de Tizze, muere por torturas dos días después de su detención en 1975.
María Luisa Darian, muerta por las FF.CC en 1975.
Marta Quiroga de Camuirano, muerta en 1975.
Telba Juárez, su cuerpo aparece acribillado a balazos en Buenos Aires en 1976.
Rosario Barredo, su cuerpo aparece dentro del baúl de un auto en 1976 junto con los cadáveres de W. Whiterlaw, Z. Michelini y H. Gutiérrez Ruiz.
Silvana Saldaña, fue torturada hasta la muerte en 1976.
Elena Quinteros Almeida, permanece desaparecida luego que logra huir y entrar a la Embajada de Venezuela, hasta allí entran los represores y la llevan nuevamente a la unidad militar.
Hilda Delacroix de Ormaechea, muere por falta de atención médica en 1976.
Josefina Modesta Klein Llado de Morales, desaparecida en 1976 junto a su compañero.
Victoria Lucía Grisonas de Julien, desaparece junto con su esposo en 1976. Sus hijos fueron abandonados en una plaza de Valparaíso.
María Emilia Islas Gatti, permanece desaparecida, por testimonios familiares se sabe que estaba embarazada.
Cecilia Susana Trías Hernández, permanece desaparecida, es secuestrada junto a su esposo en Argentina.
Casimira M. del Rosario Carretero de Cárdenas, es secuestrada en Argentina y permanece desaparecida.
Graciela da Silveira de Chegenián, permanece desaparecida desde 1976.
Renée Pereira, muerta por “resistirse al arresto” 1976.
Norma Mary Scópice Rijo, la secuestran en Buenos Aires y permanece desaparecida. 1976.
Clarisa Bonilla, muere en prisión por falta de asistencia médica en 1976.
Lourdes Hobbas Belluschi, permanece desaparecida con dos de sus cuatro hijos. 1977.
Elba Lucía Gándara Castroman, permanece desaparecida desde 1977.
María Angélica Ibarbia de Insausti, estuvo desaparecida desde 1977 hasta que se identificaron sus restos en el año 2001.
Adriana Gatti Casal, en 1977 es conducida herida al hospital Alvear, donde muere al llegar. Tenía 17 años y estaba embarazada. Se ubican sus restos en 1983.
Blanca Margarita Rodríguez de Bessio, desaparecida desde 1977.
Mary Norma Lupi Mazzone, permanece desaparecida desde 1977.
Graciela Susana de Gouveia, desapareció en 1977.
María Mercedes Camiou Minoli, desaparecida desde 1977.
Lourdes Hernández Hobbas, desaparece en 1977 junto a sus padres y un hermano, tenía 17 años.
Raquel Culnev Hein de Mallarino, muere en el hospital militar por desatención médica en 1977.
Blanca Haydée Altman Levy, es secuestrada en 1977, se sabe que estaba embarazada y se presume que su hijo nació en cautiverio.
María Nieves Zuazu Maio, la sacaron de su domicilio en 1977, permanece desaparecida.
Alda Margaret Bargueño Pereira, se la llevan de su casa en 1977.
Myriam Vienes de Soares Netto, fue torturada en el momento que padecía una grave enfermedad y liberada pocos días antes de su muerte en 1977.
Amelia Sanjurjo Casal, muere a causa de las torturas, estaba embarazada y su cuerpo no fue entregado, 1977.
Elena Paulina Lerena Costa, fue detenida en 1977 por un grupo de hombres armados y permanece desaparecida.
Ileana García Ramos de Dossetti, permanece desaparecida desde su secuestro en 1977.
Yolanda Iris Casco Ghelpi de D’Elía, estaba embarazada y su hijo nace en diciembre de 1978 en el pozo de Banfield, permanece desaparecida.
Aída Celia Sanz Fernández de Gallo, estaba próxima a dar a luz cuando es secuestrada en 1977, permanece desaparecida.
Elsa Haydée Fernández Lanzari de Sanz, desaparecida en 1977.
María Antonia Castro Guerga, permanece desaparecida desde 1977.
Graciela Noemí Basualdo de Goicoechea, secuestrada y desaparecida en 1977.
Carolina Barrientos de Carmeiro, continúa desaparecida, 1977.
María Asunción Artigas Nilo de Moyano, la mantuvieron viva hasta el nacimiento de su hija en 1978, hoy desaparecida.
Célica Élida Gómez Rosano, secuestrada y desaparecida desde 1978.
Norma Cedrés de Ibarburu, muere en 1978 en el hospital militar después de haberse colgado en el baño de una barraca del penal de Punta de Rieles.
Marta Beatriz Severo Barreto, aún desaparecida desde 1978.
Beatriz Alicia Anglet de León, desaparece en 1978 de su domicilio, posteriormente llegó un vehículo policial y desvalijaron su casa.
Esther Gersber Dreifus de Díaz Salazar, desaparecida en 1978 en avanzado estado de gravidez.
María Rosa Silveira Gramont, desaparece en 1978, se presume estaba embarazada.
Ana María González Pierre, muere en prisión por falta de asistencia médica en 1979.
María Elena Barreiro Martínez de Villaflor, secuestrada y desaparecida en 1979.
Gladys Yánez Rijo, muere en el hospital militar en 1980 por no ser debidamente atendida.
Esta lista está incompleta. Son muchas más las compañeras que han muerto; algunas apenas salidas de la cárcel, otras por las secuelas que se manifestaron con los años, otras por el dolor de no saber nunca más de sus hijos/as. Quizá, una manera de incluirlas a todas sería que cada uno de nosotros incluyera a aquella luchadora, mujer, madre, amiga, compañera que conoció y ya no está.
POR TODAS ELLAS, POR LAS MUJERES TRABAJADORAS, POR LAS MUJERES VIOLENTADAS... SALÚ!!
Marys Yic