“Más cuesta mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la tiranía.” (Simón Bolívar)
Desde que Venezuela inició el camino de la
independencia respecto a los planes de
Estados Unidos para nuestro continente, no
ha cesado de sufrir ataques y presiones para
que vuelva al rebaño de países controlados
desde Washington. Es en ese sentido que está
pagando el precio de la libertad, el que no
tienen que pagar los pueblos que se resignan
ante la tiranía.
“El equilibrio de la libertad” cuesta. Bolívar
tiene razón. No es fácil hacer una revolución, por las dificultades
internas y externas que se combinan formando un contexto siempre
complejo y cambiante. Las dificultades internas brotan de las
debilidades humanas a las que no escapan los revolucionarios, mientras
que las externas, son fruto del constante acecho del imperio que quiere
recuperar su feudo. Lógicamente, las debilidades humanas del lado
interno del escenario político, alimentan las acechanzas que vienen del
externo y viceversa.
Hoy Venezuela está pasando por un remezón que solo podremos
evaluar en su real dimensión cuando haya transcurrido suficiente
tiempo como para ver las consecuencias. Nosotros en Uruguay no
estamos en condiciones de opinar sobre cada uno de los detalles en
particular de lo que allí está ocurriendo, pues la distancia y la cortina de
manipulaciones pseudo periodísticas, hacen difícil evaluar cada noticia
que nos llega.
La manipulación de fotos por parte de medios contrarios al gobierno
para hacer creer que se está apaleando al pueblo reprimiendo las
protestas con abusos por parte de la fuerza pública, y la forma en que se
repiten esas imágenes como fidedignas cuando son burdos montajes
falsificados, ya nos pone en guardia respecto al cuidado que debemos
tener.
Pero además de ese juego sucio de algunos medios comerciales, está la
incesante corriente de información a través de las redes sociales, que
nos satura con versiones contradictorias, muchas de ellas bien
intencionadas que son relatos personales de lo que se vive en las calles
venezolanas, pero que pueden ser fruto de malas interpretaciones, pues
todos sabemos que cuando alguien nos muestra una foto o nos narra
algo diciendo “yo lo vi”, está hablando desde su subjetividad con su
lectura de la realidad que no necesariamente es la correcta. No estoy
diciendo que ciudadanos venezolanos nos mientan deliberadamente.
Digo que pueden estar equivocados en las conclusiones a las que llegan
en función de lo que ven y oyen. No alcanza ser testigo presencial de un
hecho para garantizar que un relato es la pura verdad. Me explico:
En el predio de Villa Dolores, donde está el zoo de Montevideo, funciona
una muestra estable de ciencias que incluye un ejemplo de que uno
puede llegar a ver algo que no existe. Es sorprendente. Como parte de la
exposición hay un conjunto de maderas en el aire suspendidas en hilos,
ubicadas de tal forma que desde determinado ángulo uno ve una silla.
Mirando desde ese lugar quien observe no tendrá dudas de que ve una
silla, pero cambiando de lugar unos centímetros, lo que parecía ser una
silla resulta ser una serie de maderas desconectadas entre sí que no
forman un cuerpo sino que están separadas completamente y en
suspenso colgadas por hilos invisibles. Decir “vi una silla” o decir “vi unas
maderas colgando” depende de ver lo mismo desde un par de pasos
más aquí o más allá. Es una experiencia muy interesante.
¿Qué pretendo con este ejemplo? Poner en su debido lugar los relatos
testimoniales que nos llegan desde Venezuela. Sin acusar a nadie de
mentiroso, tenemos que ser cautelosos y no tomar todo lo que viene
como cierto solo porque alguien diga “aquí está pasando esto o aquello,
yo lo estoy viendo, aquí está la imagen”.
“Si suelo ser severo, es solamente con aquellos que pretenden
destruirnos.” (Simón Bolívar)
Esta otra frase del libertador da pie a reflexionar sobre la reacción que
corresponde frente a hechos desestabilizadores y violentos como los
que hoy estremecen al hermano pueblo venezolano. No queda otra
opción que “ser severos”. ¿Es posible que en el marco de
procedimientos de detención de agitadores caigan inocentes?
Lamentablemente esa es una posibilidad y de hecho suele ocurrir en
cualquier país del mundo, que en un operativo de seguridad en medio
de un tumulto pierde momentáneamente la libertad, o experimenta
lesiones personales, un ciudadano que no debió ser reprimido. Es difícil
evitarlo. Pero de ahí a que se esté dando palo a diestra y siniestra y
metiendo preso a todo el que protesta, hay una gran diferencia.
¿Es posible que en las fuerzas de represión haya infiltrados que
desobedeciendo las órdenes provoquen a los manifestantes con
actitudes agresivas para justificar reparto de garrote y hasta el uso de
armas de fuego? Lamentablemente es otra posibilidad. ¿Pueden los
propios instigadores de una manifestación contra el gobierno matar a
uno de los manifestantes para atribuirle el crimen a las fuerzas del orden
público? Si, también es posible. ¿Puede algún jerarca de gobierno perder
la serenidad y caer en la tentación del abuso del poder en medio de un
clima de extrema tensión política y social como el que se observa hoy en
Venezuela? Desde luego que sí, también es eso posible.
No pretendo con estas líneas por tanto, más que advertir sobre el
cuidado con que debemos manejarnos ante el aluvión de noticias que
llegan desde Venezuela.
"Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar
la América de miseria en nombre de la libertad."
(Simón Bolívar)
Otra frase oportuna del libertador. Los profusos antecedentes que tiene
la Casa Blanca en actos de injerencia en los países de nuestro
continente, no nos permiten descartar la idea de que estamos ante otra
operación ideada por Washington. Hay en Venezuela un puñado de ricos
que tienen buenas razones para querer derrocar a Maduro y recuperar
el poder para beneficiarse de la “comisión” que les toque por la entrega
del petróleo a empresas norteamericanas. Habrá también un sector de
la sociedad que ya no esté dispuesta a pagar el precio de la libertad y
crea que sería mejor volver a “soportar el peso de la tiranía”. La
ausencia de un líder insustituible como Hugo Chávez, puede estar
facilitando que afloren características propias del lado oscuro del ser
humano entre compañeros que tratan de reacomodarse y ocupar el
vacío que dejó su partida. Si sumamos esos cuatro factores, tenemos
una pista para entender lo que puede estar ocurriendo en Venezuela.
Por ahora, con la información de que disponemos, solo podemos
especular sobre lo que realmente está pasando, mientras confiamos en
la fibra del pueblo de Bolívar, que ya ha pasado por circunstancias
parecidas.
Hubo un olimareño que volvió de Venezuela con la idea de aportar al
cancionero uruguayo el fruto de su inspiración. De su formidable obra,
traigo a la memoria de los lectores aquella canción que termina
diciendo: “en el sur la voz amiga, es la voz de José Artigas, que también
tenía razón”. Ese joropo expresa el mensaje que le quiero hacer llegar
al pueblo venezolano en esta hora crucial. Ese pueblo hoy encarna a
Bolívar, por eso esta estrofa está dirigida a cada uno de sus
compatriotas:
“Simón Bolívar, razón, razón de pueblo profunda;
antes que todo se hunda, vamos de nuevo, Simón.”
(fragmento de la canción “A Simón Bolívar” de Rúben Lena)
Aníbal Terán Castromán, desde las orillas del Olimar, Febrero 24 de 2014