Bélgica, ¿a dónde vamos?
Rossana Cárcamo
Foto: © FRANCOIS LENOIR / REUTERS
Los latinoamericanos -al igual que los belgas- miramos con inquietad la falta de gobierno en el país, así como la intolerancia de algunos y la inflexibilidad de otros, para salir de la crisis política, que ya lleva más de 230 días. Sabemos lo difícil que resulta hacer coincidir las voluntades de valones y flamencos sin embargo, es el futuro de Bélgica como nación que se pone en juego de no llegar a un acuerdo.
Este bello país, solidario, acogedor, ha vivido en el pasado momentos de extrema gravedad, ha superado dos guerras mundiales, ha sabido mezclar el blanco y el negro, conjugar el agua con el aceite y se ha levantado para reclamar por sus derechos, cuando éstos han sido amenazados, pero ahora las cúpulas políticas no coinciden en encontrar la puerta de salida a un conflicto, que día a día debilita la credibilidad de los ciudadanos en sus representantes, y que además nos muestra –frente a la comunidad internacional- como una casa con muchos jefes y pocos empleados.
Más de 35 mil voces salieron a la calle a exigir una solución, a pedir que Bélgica siga siendo un solo país, y a mostrar su descontento con este circo político, no obstante esas voces, esos gritos y esas pancartas, aún permanecen sin ser escuchados o leídos.
Es de esperar que en los próximos días los partidos políticos lleguen a puerto, y los que vivimos aquí podamos seguir conviviendo en armonía y haciendo más grande a esta tierra de acogida y buena voluntad.
Tomado de Semanario Alternativas