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El polvorín

Colombia/ exclusión política y social de los trabajadores y los sindicatos

26 Mayo 2011 , Escrito por El polvorín Etiquetado en #Politica

2316997366_d2ee599410.jpgExclusión política y social de los trabajadores y los sindicatos

 

Héctor Vásquez
Le Monde Diplomatique Nº 110, edición colombiana
Bogotá, mayo 2011


La situación actual del sindicalismo y los derechos de los trabajadores es de exclusión y retroceso, a pesar de que ha jugado un papel en la consolidación de una estructura básica de derechos para la población trabajadora. Desde su surgimiento en la primera década del siglo XX, siempre se propuso la conquista de unos mínimos derechos que garantizaran un trabajo en condiciones dignas y decentes. Este propósito civilizador de las relaciones de trabajo, expreso en los derechos fundamentales que la modernidad instauró desde finales del siglo XVIII, choca siempre con la resistencia de los patronos apoyados por el Estado, que los niegan junto con el derecho mismo a crear sindicatos.

Antes que avanzar en sindicatos fuertes, representativos e incidentes, hemos llegado a la tasa de afiliación sindical más precaria de los últimos 50 años. Y antes que avanzar en condiciones de trabajo decente, casi las dos terceras partes de la población trabajadora colombiana están excluidas de los principales derechos que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) incluye bajo este concepto.

Se luchaba por condiciones higiénicas de trabajo, por el derecho a un salario mínimo que permitiera condiciones de vida digna; por el reconocimiento a un descanso remunerado, por la disminución de las horas de trabajo y el establecimiento de una jornada laboral de ocho horas; la lucha asimismo por el respeto a la dignidad de las mujeres trabajadoras, por el reconocimiento a un salario igual al de los hombres y contra el acoso sexual. Como lo señalara García Márquez en su novela Cien años de soledad, a propósito de la huelga de las bananeras de 1928, "la inconformidad de los trabajadores se fundaba esta vez en la insalubridad de las viviendas, el engaño de los servicios médicos y la iniquidad de las condiciones de trabajo. Afirmaban, además, que no se les pagaba con dinero efectivo sino con vales que sólo servían para comprar jamón de Virginia en los comisariatos de la compañía".

Estas fueron algunas de las primeras reivindicaciones que los sindicatos incluían en sus luchas y que animaron importantes movimientos huelguísticos en ciudades como Bogotá, Cali y Medellín, o a todo lo largo de la vía fluvial del río Magdalena o en los puertos de Barranquilla, Cartagena y Buenaventura; o en los enclaves extranjeros que explotaban el petróleo o el banano, como en Barrancabermeja o Ciénaga, donde la justa lucha de los trabajadores suscitó una violenta reacción del gobierno que puso la tropa al servicio de los intereses de los empresarios extranjeros y el entonces poder de la United Fruit Company y contra la población trabajadora. En estas regiones se habían creado importantes organizaciones sindicales que contaban con respaldo de la población, que incluso participaba directamente en sus luchas.

Más adelante vino el reconocimiento de los sindicatos y las primeras leyes, que, articuladas posteriormente, vinieron a constituir el Código Sustantivo del Trabajo, que reconoció en forma tardía unos derechos individuales y colectivos para los trabajadores, código con ampliaciones fruto de las luchas sindicales en Colombia y en el mundo, y con el reconocimiento de la OIT.

Contexto de cultura y prácticas antisindicales

Entonces, no ha sido fácil en Colombia el reconocimiento de los derechos de los trabajadores y de los sindicatos, los que siempre han tenido que desenvolverse en un ambiente hostil por parte de patronos, de los medios de comunicación que estos controlan y del propio Estado, que, aunque tiene la obligación constitucional de promover y defender el derecho de asociación, en la mayoría de veces favorece una política de exclusión sistemática de los sindicatos, como la que hoy está vigente, y que tiene al sindicalismo y los derechos de los trabajadores en situación de exclusión y retroceso.

La negativa y la exclusión de los principales derechos que la OIT ha considerado resultan de una sistemática exclusión política, cultural, social, económica, legal e institucional:
Exclusión política y cultural. Durante los 100 años de existencia del sindicalismo colombiano, no ha sido posible que la sociedad y el Estado lo incluyan de manera permanente y estable como parte del sistema político democrático. Las relaciones laborales tienen este trasfondo que identifica el sindicalismo como enemigo del Estado y de las empresas, y genera y alimenta una muy arraigada cultura antisindical en el país. Ejemplos de este tipo de prácticas se dieron en el gobierno de Uribe, quien atacó la legitimidad de las organizaciones sindicales, les dio tratamiento de orden público a los conflictos laborales, y actuó de manera ilegal contra el sindicalismo, con interceptaciones ilegales de las comunicaciones por parte del DAS.

Exclusión social y económica
 
Se mide por el alto y estructural desempleo, más de 11 por ciento, con cerca de 2.800.000 personas sin subsidio al desempleo; por la informalidad del 58 por ciento, por la gran cantidad de trabajadores pobres (cerca del 80 por ciento devenga menos de dos salarios mínimos legales mensuales, 470 dólares), por la baja cobertura de la seguridad social (de unos 12 millones de trabajadores, las dos terceras partes no cuentan con protección social, y más de 1.600.000 niños trabajan. En el caso de las mujeres y los jóvenes, estos indicadores son más graves.

Exclusión legal e institucional
 
El Código Laboral no tiene una reforma adecuada al mandato del artículo 53 de la Constitución de 1991 y los Convenios Internacionales del Trabajo. Este gobierno y los anteriores se han opuesto a discutir y adoptar un Estatuto del Trabajo; por tanto, la legislación laboral es caduca y contraria a los derechos laborales fundamentales, aparte de que cubre a un porcentaje muy bajo de los trabajadores, menos del 30 por ciento. El gobierno anterior suprimió el Ministerio del Trabajo, debilitando aún más la posibilidad de que el Estado garantice los derechos laborales y de libertad sindical.

Exclusión a través de la violencia y la impunidad
 
La violencia contra los trabajadores sindicalizados es constante. En los últimos 24 años (1986-2010) han sido asesinados 2.837 sindicalistas, más de 564 durante el gobierno de Uribe. El Estado se niega a reconocer la dimensión y el carácter antisindical de esta violencia, que limita y debilita el desarrollo del movimiento sindical y mantiene un clima propicio para inaplicar las libertades sindicales. Sin embargo, no todos las dificultades del sindicalismo corresponden a factores externos.

Gestión de los sindicatos y sus problemas

Como toda moneda, la otra cara de los problemas del sindicalismo se debe a factores internos, que dependen de la dirigencia y la base sindical, para modificarlos radicalmente y marcar un protagonismo en la sociedad y en el diseño de las políticas públicas.

Primer factor. Perjudica es la misma y cerrada estructura sindical, sin sentido de actuación social, que impide un manejo eficiente de los recursos propios, y una articulación y una coordinación efectiva para la mayor convocatoria y la opinión de la actuación sindical. La estructura actual se caracteriza por la atomización y la dispersión basadas en la preeminencia de sindicatos de empresa y de gremio, y en la división sindical en más de 2.800 sindicatos, y cinco centrales y confederaciones.

La mayoría de estos sindicatos son pequeños, con menos de 150 afiliados (si excluimos a 129 sindicatos de mil afiliados o más), con escasa o ninguna capacidad para desarrollar liderazgos sindicales que incidan positivamente en su medio. En la práctica, sólo se ocupan de los intereses de sus afiliados, sin una proyección social y política que trascienda y gane la simpatía y el apoyo de otros sectores sociales.

Esta división no sólo tiene el estímulo del empresariado, que en últimas se beneficia, sino también de corrientes políticas, ideológicas y burocráticas con presencia en el sindicalismo, que comprometen la autonomía sindical con reemplazo de la agenda laboral y sindical por sus propias agendas políticas o personales.

Segundo factor. La manera como se gestionan los sindicatos. La actividad sindical se caracteriza en su mayor parte por el espontaneísmo y la ausencia de procesos racionales y sistemáticos de planeación en la gestión. El trabajo "al día" de los sindicatos los limita a una actividad reactiva, ocupada de resolver los problemas cotidianos que surgen de las relaciones de trabajo, sin que resulte de una reflexión colectiva acerca de las características de la organización y los problemas o ventajas que surgen en su entorno. La precariedad de este trabajo tiene reflejo en que muy pocos sindicatos tienen políticas y planes en áreas claves para la construcción de liderazgos y el desarrollo sindical, como las comunicaciones, la educación y la capacitación sindical, el manejo de los recursos, la negociación colectiva, etcétera.

Tercer factor. Muy pocos sindicatos tienen políticas específicas para promover la afiliación de los jóvenes y las mujeres, lo cual trae como consecuencia que el sindicalismo esté constituido en su mayoría por hombres adultos, que los lenguajes y las prácticas sindicales les resulten extrañas a los jóvenes trabajadores, y que las mujeres tampoco encuentren condiciones favorables para afiliarse a los sindicatos y participar activamente en ellos.

Cuarto factor. La desarticulación de los sindicatos con las estructuras sindicales mundiales, como las federaciones internacionales, que tienen una estructura de rama o sector, y son una herramienta fundamental para incidir en la globalización y las políticas de las empresas transnacionales. Incluso, cuando el sindicato organiza a los trabajadores de una empresa transnacional, son muy esporádicos los esfuerzos por construir una articulación con las organizaciones sindicales de la empresa en otros países, y promover negociaciones colectivas que reivindiquen derechos en la escala internacional.
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