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El polvorín

HOY: ¿QUIEN SE LA JUEGA?

1 Septiembre 2011 , Escrito por El polvorín Etiquetado en #Politica

 

 

4149995074_c30c4b7190.jpgHOY: ¿QUIEN SE LA JUEGA?

Hace unos años se hizo popular la expresión “jugársela” y sus variantes “me la juego” “jugátela” y otros derivados. Todos entendíamos lo que se quería decir: había llegado la hora de asumir riesgos, se había terminado el tiempo de las especulaciones.

 

Igual que muchos otros neologismos, lo de jugársela parece haber pasado a la historia. Pero no solo desde el punto de vista estrictamente técnico lingüístico, lo que es peor, la idea de lanzarse al escenario de la vida para actuar, está quedando perimida.

 

Hoy día se oyen poco expresiones como “estoy frito” “quedé repegado” “estoy en la lona” “no te hagas el oso” o “el sota”, que pintaron el paisaje social de algún tiempo atrás, y en su lugar van apareciendo otras. Me llaman especialmente la atención las frases “un poco” y “de alguna manera” . ¿Se han dado cuenta la cantidad de veces que las oímos por día? Es verdad que en ocasiones corresponde su uso, pero estimo que se ha transformado en un comodín de empleo exagerado. Casi todo ahora es “un poco” y “de alguna manera”.

 

Es muy común en las declaraciones periodísticas. Con demasiada frecuencia alguien se expresa en los medios diciendo algo así: Bueno, básicamente la idea es un poco…….(tal o cual), para que de alguna manera….” Si el que está del otro lado del micrófono repregunta en tono provocador, suele decir: “¿Pero lo que usted afirma no es un poco, de alguna manera…(contradictorio, diferente, etc) a la postura de su partido (o a lo que hasta ahora se ha dicho, etc?” Este diálogo periodístico es solo un ejemplo. En la vida cotidiana todos nosotros estamos escuchando utilizar las frases de moda: “un poco” y “de alguna manera”.

 

¿Por qué necesitamos tanto relativizar las opiniones? ¿Por qué suavizamos lo dicho con un amortiguador que intenta evitar el barquinazo de una afirmación categórica? Opino que la respuesta está en la inseguridad que campea en nuestra sociedad. Cada vez menos gente está dispuesta a hacer aseveraciones contundentes porque cada vez hay menos convicciones. Reina la duda. Se prefiere admitir tácitamente que nada es tan tajante y que todo es opinable.

 

Y es muy cierto, lo dice el viejo aforismo: “todo depende del color del cristal con que se mire”. Pero estimo que no estamos frente a una postura filosófica, sino que esta moderación que trasluce nuestra habla, disfraza el temor de quedar en un terreno del que se nos puede desalojar, lo que lleva a no  meterse y a conformarse con insinuar en vez de afirmar. La tendencia de estos tiempos es alejarse del radicalismo y posicionarse en los dominios de la relatividad. El gris es menos expuesto que el blanco o el negro, así que todo tiende a quedar grisáceo. Desde luego no estoy reclamando los colores incendiarios que dan la intolerancia y el fanatismo, sino los de la respetuosa firmeza y la convicción ideológica.

 

¿Qué cosecha tenemos de esta siembra de moderación en materia de opiniones? Estamos cosechando una ciudadanía menos comprometida, menos apegada, menos convencida, menos interesada. El gris pintado en las frases “un poco” y “de alguna manera” es para mi muy elocuente. ¿Qué futuro le espera a una sociedad sin compromiso ideológico, sin identificación con causa alguna, sin convencimientos? Yo opino que malo es el pronóstico para una sociedad cuyos integrantes renuncian a la lucha por lograr objetivos y se conforman con acomodarse lo mejor posible a la realidad imperante.

 

El tema da para mucho más. La intención de esta nota es tal solo promover su análisis. Es bueno que nos escuchemos y tratemos de decodificar los mensajes subliminales que intercambiamos. Y por otro lado yo creo que vale la pena el esfuerzo por revitalizar las fibras de nuestra sociedad y resignificar aquel viejo concepto de “jugársela”.

 

Para otro día quedará el comentario sobre el “dale” que ahora se usa tanto, como expresión afirmativa que sustituye aquel viejo “O.k.” que ya pasó de moda.

 

Aníbal Terán Castromán

Para el polvorin.

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